Notas de viaje

"La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren."

Francis de Croisset


lunes, 26 de marzo de 2012

Cuando la música termina


El aire se condensa entre humo y sudor. La masa expectante comienza a silbar al compás de las palmas. Está todo preparado, el público se dispone a comulgar, a creer con fe ciega en lo que sus ídolos le ofrezcan. La intensidad ambiental sube mientras que la luz desaparece. Llega el momento. Los gritos amordazan los primeros acordes de la banda, que bebe y se baña en el calor de una multitud entregada, recogen el aliento de miles de gargantas que tararean, entonan, chapurrean, cantan y desafinan, rompiendo la barrera de los watios de los potentes amplificadores. El verbo se hace canción cuando la canta el pueblo…

Situaciones como estas me hacen pensar, porque se lo que es subirse a un escenario y las sensaciones que se experimentan tan solo a una escala infinitamente inferior, pero a esos niveles, no me lo puedo ni imaginar. Y lo pienso porque me veo reflejado en esa gente, porque yo tal vez podría estar ahí. Evidentemente no hablo de conciertos de figuras de primer nivel, de los grandes de los grandes, eso es impensable. Me refiero a grupetes de fama a nivel nacional, personajes como nosotros, que tuvieron suerte, oportunidad o simplemente no cejaron en el esfuerzo de perseguir un sueño.

El recital continúa y la temperatura sube como la espuma de los litros de cerveza que se consumen. Es la gasolina del personal que sacia la sed consumiendo un tema tras otro, al capricho de la banda, que no se cansa, porque disfruta de lo que hace, sabedores de que en el momento que eso no ocurra ya no serán merecedores de su lugar en el altar del Rock.

Por desgracia todo tiene un final, y el éxtasis de los bises deja paso al aplauso y al reconocimiento, a la gratitud por el esfuerzo.
La gente, poco a poco se retira, y yo medito entre el eco que reverbera entre mis oídos y mi cerebro, en que habría pasado si tomara otras decisiones, si cogiera el camino hacia el lado salvaje de la vida, si persiguiera el sueño con mayor vehemencia, sin darme por vencido…. Aun así no me arrepiento, me gusta lo que soy y lo que hago y lo que tengo, pero en ocasiones como estas se instala el modo nostalgia que no puede ser de otro modo cuando has masticado la sensación de que un pequeño grupo de personas desconocidas canten, tarareen, desafinen o chapurreen tus propias canciones… disculpad la piel de gallina, pero siempre me siento así, cuando la música termina.