Se
acabó el verano pero no las rebajas. Llegó la época de los recortes salariales,
de los recortes de las libertades individuales y colectivas, de los recortes
del poder adquisitivo, etc., etc., etc. Y lo que está por venir porque la
situación irá a peor, como se indica en la página 262 del Manual de lo Que no
se Debe Hacer en Tiempos de Crisis, grueso volumen que se puede encontrar
colgado de un alambre a la vera de los señoriales inodoros de los
excelentísimos y celeberrísimos Señores Ministros de la Nación Grande y Libre.
Yo
no pido riquezas. Me conformo con ser hormiga en un mundo dominado por
cigarras. Sólo pido un salario digno que permita vivir sin agobios, un trabajo
enriquecedor, con horario “europeo” que permita conciliar la vida laboral con
el ocio, salir, beber, el rollo de siempre… y de vez en cuando poder realizar
un viaje, para poder conocer otros lugares, otras culturas y otros pueblos de
hormigas con las mismas inquietudes e instalados en un estado de cosas similar
o peor al nuestro. Todo lo anterior debería ser un derecho para todos, y no un
privilegio para unos pocos. Mi conciencia de hormiga obrera no pide más. No es
poco, lo sé, y que hay ciudadanos que lo están pasando peor que yo, también lo
sé, y no me quejo, pero eso tampoco me vale, como no me vale el pienso una vez
que me he acostumbrado al caviar.
La
clase dominante se equivoca, cegada por su avaricia y por sus ansias de poder y
riquezas. El actual estado de cosas lo sustenta la clase media acomodada de
perfil neo burgués, en la que me encuentro afiliado (decir otra cosa sería
mentir) y es precisamente ese sustento al que están atacando con mayor fiereza,
sin darse de cuenta de que si las obreras caen, la reina también porque si no
hay quien trabaje, y no hay quien consuma, el sistema se desquebrajará y la
reina se quedará sin reino y tendrá que trabajar o devorarse a otras reinas
germanas, británicas o norteamericanas.
Mi
utopía es la autogestión, la ausencia de gobierno, el reparto equitativo de la
riqueza, el uso racional de los recursos naturales, la supresión de las
fronteras, un mundo feliz universal en el que quepan todas las culturas, razas
pero sin Dios. El capitalismo ha fracasado. El imperialismo ha fracasado.
Vivamos en igualdad y en verdadera libertad, porque estamos de paso. Vivimos de
alquiler en un mundo que no nos pertenece, y si nos devoramos los unos a los
otros, nos extinguiremos y no quedarán más que vestigios de nuestra existencia
mientras que la Tierra prevalecerá… Sólo espero que haya vida inteligente en
otros mundos, porque lo que es en este no hay ni rastro.