Ciudades,
colmenas de aceras
Nidos
urbanos de hormigas obreras
Sus
días ebullen en ríos de gente
Se
gritan, se miran, se toca y no siente.
Perfil
de cemento que rompe los cielos
Acero
y cristal que crece del suelo
Come
y respira, se alimenta de vidas
Crece
el bullicio muriendo en silencio.
La
ciudad que habitas es como una quimera
Un
crisol de luces, un castillo de arena
Un
mar muerto de vivos y rostros perdidos
Con
paredes que hablan lenguas de ladrillo.
Grises,
almas que actúan en dramas sin guerra
En
teatros de sueños sin gloria y sin pena
Fantasmas
sin risa, techo ni morada
Despojos
que pueblan las calles mojadas.
Ciudades,
laberinto de antenas
Que acercan
al mundo a la vez que lo alejan
Si
odias te aman, si quieres te matan
Navegan
de día y de noche naufragan.
La
ciudad que habitas es como una quimera
Un
crisol de luces, un castillo de arena
Un
mar muerto de vivos y rostros perdidos
Con
paredes que hablan lenguas de ladrillo.
Nace
otro día viajando en tranvías
Hacinadas
dormitan mil historias distintas
De
esperanza, de prisas, ilusiones vacías
Por
tomar cada tarde un tren de utopías.