Notas de viaje

"La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren."

Francis de Croisset


lunes, 26 de septiembre de 2011

20 años


He emprendido un nuevo viaje. A diferencia de los anteriores, esta vez el camino ha sido corto. No he visitado lugares extraños, ni exóticos, ni lejanos, pero si he vuelto a caminar por las sensaciones, y los sentimientos han vuelto a aflorar prácticamente sin salir de casa. Alguien con buen criterio, podría pensar en alguna ensoñación psicodélica, resultado de un paseo por un frondoso bosque psicotrópico. Podría ser, y es por ello que hoy quiero hablar sinceramente. Nunca antes lo había hecho público, pero creo que ha llegado el momento de quitarse la venda de los ojos y reconocer aquello que aun pareciendo evidente, no es fácil de asimilar y proclamar abiertamente: soy adicto.
Hace más de 20 años, siendo un chaval inconsciente e insensato, decidí perder la cordura y beber de las fuentes de un mundo de éxtasis y profunda experimentación, que enseña sensaciones sin igual. Instalado en los efluvios reminiscentes de la primera dosis consumida una mañana de mayo del año 91, decidí traspasar la línea, no detenerme, y seguir consumiendo. Conforme pasaba el tiempo, la exigencia y la necesidad fue aumentando hasta hacerme desarrollar una fuerte dependencia de la que todavía no he conseguido salir. En todos estos años ha habido buenos momentos y momentos menos buenos. También ha habido malos viajes que han hecho reconsiderar todo, llegando al punto de casi abandonar el camino emprendido. No he podido.
Por si esto no fuera poco, en los últimos cuatro años he visto como mi dependencia se hacía más fuerte, gracias a las extraordinarias experiencias que he compartido con cuatro tipejos, que ahora son mis incansables compañeros de viaje, con los que deseo seguir enganchado muchos años más a pesar de las diferencias que pudieran existir.
He probado el veneno y he sido embriagado hasta tal punto que necesito cada dosis como una catarsis, para exorcizar los problemas y resurgir libre. El naufrago necesita un madero al que agarrarse.
Llegados hasta aquí, sería de miserables no recordar y no agradecer ni reconocer a la persona que me ha acompañado incondicionalmente durante estos 20 años, en el subidón del “éxito” y en la profundidad del abismo, y que me ha guiado y reconducido, con su mesura y su equilibrio, por el tortuoso camino lleno de piedras. Ella es parte de todo esto, es mi dosis de cordura, mi antídoto.
En definitiva, estoy enfermo, pero que nadie se sorprenda, por no querer curarme. Podéis juzgarme y condenarme, la “historia me absolverá” porque yo, no puedo dejar el Rock.

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