Notas de viaje

"La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren."

Francis de Croisset


jueves, 6 de junio de 2013

Ensayo sobre los abrazos



Define la Real Academia Española de la Lengua al abrazo como la acción y el efecto de abrazar, lo que sin ninguna duda es cierto y obvio al mismo tiempo, pero esa definición esconde intrínsecamente la terrorífica frivolidad con que los burócratas tienden a la manipulación de las palabras. Un abrazo es mucho más. Es un acto que contiene la esencia del ser humano. Es un gesto que abarca toda nuestra humanidad. Es un hecho diferenciador, es nuestra marca biológica. Lo que nos distingue de otros seres vivos, como queda patente día tras día, no es la capacidad de pensar racionalmente, o la capacidad de crear utensilios con nuestras propias manos, es sino la capacidad del abrazo como manifestación sublime de la empatía.
A pesar de todo, nuestro mundo está carente de abrazos verdaderos y en cambio, en él, coexisten muchos usurpadores de abrazos, individuos sin alma que convierten el abrazo en traición, en algo insignificante, vacío, frívolo; simplemente en la acción y el efecto de abrazar. No sienten, es sólo otra pieza más dentro de un baile protocolario, una pose de cara a la galería. Un abrazo es una ofrenda de paz, muchos conflictos, por no decir todos, se hubieran evitado si los contingentes hubieran arrojado al barro del campo de batalla las frías bayonetas y con los brazos abiertos corrieran a alojar en su pecho a su congéneres oponentes y así fundidos pudieran manifestar su desconcierto hacia una lucha cuyo sentido nunca llegarían a comprender…
Soñar es gratuito, pero abrazar también lo es. No desgasta fuerzas, y en cambio reconforta con creces en relación al esfuerzo que genera. El abrazo es fuente de energía, en él se funden los átomos y se libera calor; es renovable. Genera alegría, confianza, compromiso, consuelo… todo piezas del engranaje que sostiene por un hilo a esa quimera denominada humanidad. Un abrazo es esperanza, es sosiego, es un apretón de manos desde el corazón. Es la válvula que libera la angustia contenida, la felicidad en las victorias trabajadas, el receptáculo en donde se vierten y comparten las lágrimas y el dolor en la tragedia. Son dos caras de un mismo gesto. Un emisor y un receptor de emociones que se retroalimentan, que fluyen estrechando la distancia entre dos mundos que se encuentran.
El abrazo es la máxima expresión de la vida, pues un abrazo es el que nos abriga en los primeros alientos y el que nos reconforta en los últimos tragos de la muerte. Recorramos pues la transición de la existencia, entre brazos ajenos, confeccionando un traje de abrazos en el que quepan muchos cuerpos, muchas historias y muchos sentimientos. Porque abrazamos, luego existimos.

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