Notas de viaje

"La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren."

Francis de Croisset


viernes, 29 de julio de 2011

Bajo el volcán

La probabilidad de que un volcán entre en erupción cuando está activo, es algo que entra dentro de lo razonable, pero la probabilidad de verse afectado por las cenizas de un volcán, sin haber entrado éste en erupción, es un fenómeno atribuible a la casuística más casual, y digno de todo un monográfico de la nave del misterio, aunque el volcán en cuestión esté activo.
Lunes 25, 18:30, se desata el infierno en forma de tormenta sobre la ciudad de Buenos Aires. Tras unas horas de descarga, la tormenta pasa. Martes 26, 8:00, la ciudad amanece con un cielo azul límpido y una luz majestuosa. Pero esto no dura. A medida que avanzan las horas y transcurre el día, la atmósfera se vuelve turbia, y la luz llega debilitada tras pasar un filtro invisible.
El viajero se despide de las calles y avenidas de la megalópolis, absorto en sus últimos cometidos, ajeno a la sombra que se cierne sobre él. A la hora de la partida, la realidad escupe su verdad en forma de cenizas volcánicas revueltas de su letargo por la tormenta de la noche anterior. El espacio aéreo está cerrado y es imposible volar. A partir de este momento el tiempo se ralentiza. Sin llegar a detenerse, transcurre a un ritmo pausado, lento, que en muchas ocasiones hacen perder el respeto y la paciencia del viajero.
Cancelado el vuelo a Asunción, por cuestiones meteorológicas, o lo que es lo mismo, tus derechos son indistinguibles de cero. Nos reprograman para volar el 1 de agosto, porque antes están todos los vuelos completos, sin que en ningún momento nadie en la compañía brasileira TAM líneas aéreas (publicidad negativa) considere la posibilidad de hacer volar el avión que quedó en tierra el día anterior, dejando condenados a su suerte (la de ellos) a un centenar de viajeros.
El viajero se encuentra tirado en el aeroparque de la ciudad de Buenos Aires, sin avión, sin teléfono, sin internet, pero con mucho tiempo por delante… Conclusión: noche de hotel extra con manutención; comunicación telefónica con la TAM, con los correspondiente enfados, cada dos horas durante toda la noche, para sólo escuchar mentiras, contradicciones, falsas promesas pero ninguna solución.
Cansado y humillado, el viajero, renuncia a volar y decide tomar un “micro” que lo lleve a la capital de Paraguay tras recorrer mil y pico kilómetros durante más de 20 horas. Pero eso es otra historia.

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