Notas de viaje

"La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren."

Francis de Croisset


jueves, 14 de julio de 2011

Los días de Octubre

Quien no ha estado al final de un pozo, no conoce lo que es perder la esperanza. Te sientas en la oscuridad, a solas, buscando un resquicio incandescente al que agarrarte a fin de encontrar el impulso inicial necesario que te coloque en el camino correcto. De entrada, es una lucha perdida. Una y dos veces perdida. Pero es una derrota que debes vivir solo. No hay más rival que tú mismo, y en cuanto superes este ligero escollo, ganes o pierdas, ya habrás vencido.

Me gustan los días de octubre. Esa luz melancólica de media tarde. El aire templado que trae el frescor de la lluvia fina que te empapa pero no te moja. Esa transición entre la viva luz del verano y la somnolienta austeridad del invierno que avecina.

Octubre es un mensajero que tiñe los campos de marrón y ocre. Un paje de nubes y grises charcos perennes. Anochece, y en poniente se derrama la sangre del día que muere y mi ventana al oeste me muestra las negras fauces que despiden al sol en su viaje. La noche es fresca.

Octubre es nostalgia de días de verano, pero también es promesas de cálidas noches de humo y tabernas. La vida se abriga y en sus tardes dormita la cosecha de retos cara el largo invierno. El alba remolonea, haciendo desear sus luces a la mañana que cede al ocaso el testigo tempranero del fulgor de las farolas. Los relojes se atrasan, las horas se paran.
Octubre es punto y seguido.

Quien no ha estado al final de un pozo, nunca entenderá el verdadero sabor de los días de Octubre.


Serguei

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