Islandia
es un país de contrastes, de paisajes antagonistas forjados por una historia de
hielo y fuego. El recorrido de la carretera 1 es una muestra de ello. Al pasar
la población costera de Vik, te introduces de lleno en un campo de lava que
abarca más allá de lo que la vista puede alcanzar. Esta llanura es una alfombra
cubierta de mullido musgo verde, que tapiza viejos valles glaciares, antiguos
delta desde las altas montañas interiores hasta el mar. Son kilómetros y
kilómetros de tapiz de magma solidificado que el ahora extinto volcán Laki
lanzó en la primavera de 1783, sepultando todo lo que encontró a su paso. Ahora
la carretera de circulación atraviesa este cementerio de piedra y no puedes más
que sobrecogerte ante tanta inmensidad. De repente la lava va dejando paso a la
arena. El horizonte se hace más amplio y tras una curva un coloso de piedra de
case 800 m de altura cae en vertical sobre la carretera. Abrumado por esta
visión, al dejarlo atrás te introduces en una llanura de arena recorrida por
numerosos ríos procedentes del desague del gigantesco Skeidararjokull uno de
los mayores brazos de hielo del coloso Vatnajokull, la mayor masa de hielo del
mundo fuera de los polos. Estas llanuras de arena, aportes de los glaciares, se
denominan Sandar y ocupan la mayor parte de la costa sureste islandesa. En esta
parte el fuego cede el testigo al hielo que se vuelve el protagonista del
paisaje con innumerables glaciares que descienden desde las altas cumbres de
Vatnajokull hasta casi el nivel del mar, teniendo su culmen en la preciosa
laguna glaciar de jokullsarlon, donde el glaciar Breidamerkurjokull se deshace
en numerosos icebergs de hielo azulado.
La canción de hielo y fuego no termina en esta
laguna, entre focas y charranes. Por toda Islandia hay vestigios de obras
pasadas gravadas con rojo magma. Las denominadas Tierras Altas son un enorme
desierto de polvo negro y ceniza. El origen y entorno del Lago Mytvatn es un
cúmulo de campos de lava y cráteres y montañas que se desescaman en heridas
amarillas y crepitan desprendiendo calor y humos vaporosos. Allí la corteza
terrestre es un estrecha línea que separa la calma y la belleza naturales del
terrorífico y ardiente infierno que se puede desatar cuando la naturaleza alivia
sus tensiones por los puntos calientes de la tierra. Sin duda será esta una
canción de hielo y fuego que se seguirá escribiendo en el futuro.
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