Notas de viaje

"La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren."

Francis de Croisset


jueves, 11 de agosto de 2011

Machu Picchu I. El tren Inca y Aguas Calientes


El tren Inca es un negocio. Es la única forma no infrahumana de recorrer los poco más de 40 Km que separan Ollantaytambo de Machu Picchu pueblo o Aguas Calientes. Esto, lo conoce la empresa Railperu, que ni siquiera es de capital peruano, que cobra unos precios abusivos por un servicio como máximo, es decente. Es la explotación capitalista de una preciosa ruta que discurre, descendiendo a la par del río Urubamba, e internándose en las postrimeras montañas de los Andes Orientales. Para disfrutar de ella, el viajero debe olvidar inmediatamente los 102 dólares americanos que paga por subirse al tren, acomodarse y observar la sucesión de imágenes que se ven a través de las ventanas y el techo panorámicos.
El valle sagrado se va estrechando, hasta quedar una franja de cielo azul custodiado por altos picos nevados. El paisaje pasa del amarillo-marrón de los prados, al gris-blanco de los macizos hasta llegar al tupido verde del destino final, precuela apetecible de la selva amazónica.
En un angosto valle, en medio de la verde frondosidad, crece la atrocidad urbanística de Aguas Calientes. Al salir de la estación se entra en un tupido mercadillo de subvenirse que oprime al viajero. Afuera, la construcción irregular de ladrillos escalonada, hace acudir a la mente las típicas postales de las favelas cariocas. Repuesto del shock inicial, el pueblo cobra otro aspecto. Ambiente 100 % turístico, con numerosos bares y restaurantes, con reminiscencias de los barrios populares del Saigón donde los pobres Marines americanos pasaban sus horas de asueto, pero sin prostitutas, que haber haberailas. Aguas Calientes, como antesala del Machu Picchu, es ciudad de paso y su ambiente recuerda al de un enorme campamento de verano o excursión de fin de curso, de gran algarabía y promiscuidad. Saliendo del meollo, es un agradable paseo entre montañas con el rumor del río y el canto de los pájaros de fondo. Por el camino de tierra se llega al Puente Ruínas, puerta del inicio de la ascensión a la ciudadela del Machu Picchu.

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